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  • Writer's pictureMidangelí Haydée

En el Bosque


En el momento en el que firmamos el contrato para rentar La Calle 4, la meta era comprar casa en un año. Ya saben que todo lo planifico muy bien y teníamos un buen plan. Un plan que era comenzar a buscar casa unos meses antes de que venciera el contrato. Pero como dije antes, de las experiencias se aprende. Con esta experiencia aprendí que por más que hagan ver que comprar una casa es abrir un catálogo, ir a verla y luego dar el dinero, es la falacia más hermosa después de cualquier historia mágica de Disney.


El huracán María nos viró el presente de la madrugada a la noche. Con sus vientos sostenidos de 155 millas por hora, viró patas arriba esa planificación detallada que tanto contemplábamos seguir. Pero este virazón fue solamente porque el momento no era el indicado. Así que esperamos hasta sentir que era el momento correcto de poner en marcha nuestro plan. Mientras tanto, gozar de la vida y disfrutar nuestro primer aniversario como esposos.


Re-iniciamos nuestro plan y esta vez iba mejor que la vez anterior, pues María nos había enseñado muchos peligros en diversos terrenos, hasta en sectores donde no nos imaginábamos que ocurriría una inundación o derrumbe. De pronto éramos expertos en evaluar el terreno. Sí, se pueden reír. Esto nos ayudó a estar pendientes a ciertos detalles para tomar una buena decisión. Ya perdí la cuenta de cuántas veces fuimos a diferentes propiedades. Casas, de un nivel, de dos niveles, pequeñas, grandes; apartamentos en torres, en walk-ups, tantas cosas que vimos. Hasta que vimos una casa de dos niveles. Pero qué propiedad aquella, no tenía ni barandas para las escaleras, tenía un problema eléctrico y en el techo. En esa misma urbanización encontramos otra casa más y la fuimos a ver, pero no nos fascinó tampoco, no tenía ese je ne sais quois donde dices: esta es. Nos encantó la localización, la urbanización, la tranquilidad, pero las casas no eran las indicadas. Y ahí se detuvo el plan por un tiempo.


Mientras tanto, seguíamos en la Calle 4. Nos sentíamos cómodos estando allí, hasta que se empezó a hacer pequeño el apartamento, más de lo descrito al menos. Entonces, cuando voy a despedir el 2019 le dije a Jesús: “Este 2020 quiero despedir el año contigo, en nuestra nueva casa y tranquilos”. Ley de la atracción: conseguimos la casa y estamos en pandemia, qué les puedo decir… se pueden volver a reír. Anyways, voy a casa de mi amiga que se casó el 14 de marzo y su mamá que la amo en el alma, me empieza a contar cómo ayudó a mi amiga a encontrar su apartamento. Me dice: “Busca en esta página, hay de todo”. Y ese domingo cuando regresé a la Calle 4, me senté tranquila a buscar. Y de momento ahí estaba: la primera en la lista, esta casa tan bella, dos pisos, excelente ubicación, cerca de todo lo que nos encanta, con tranquilidad… pero…espera…ya hemos estado aquí antes. Sí, fuimos hace casi dos años. Este fue el lugar donde estaban las casas sin barandas y la otra que no decía Jesús y Midangelí. Y de momento miré a Jesús y pensé: TENGO QUE IR A VER ESTA CASA.


Llamamos al contacto y separamos el día. Mientras tanto, mucho estudio de mercado, análisis, propuestas, ahorros, todo para ir listos a la visita. Un compañero de trabajo, Julio, nos ayudó mucho con sus recomendaciones y consejos. Él es de esas pocas personas genuinas que aún quedan en este mundo, que en realidad guardan tus secretos (porque era el único que sabía), que con el alma desean lo mejor para ti y tu esposo. Hasta nos recomendó un agente de un Banco para que nos orientáramos y viéramos más opciones, quien casualmente también se llamaba Julio.


Encontré también otras casas que eran un proyecto nuevo y aprovechamos para ir a verlas también ese mismo día. Muy hermosas, tremendo terreno, campo, tranquilo, buen tamaño del cuarto, todo hermoso. Lo único malo, tuve que esperar que los individuos almorzaran por dos horas luego de haberme dicho que llegaban pronto cuando los llamé. Soy muy de destino así que ya eso me dio un poco de mala espina. Las casas estaban tan bonitas, a pesar que tuvimos que cruzar fangueros, áreas de construcción, piedras, varillas para poder entrar a una de ellas, pero estaban bien lindas. Tanto así que de camino a la casa inicial pensaba que no me hacía falta ir a ver esta. Sí, después de que pensé TENGO QUE IR A VER ESTA CASA. Pero Jesús tenía otro sentir y nosotros siempre nos escuchamos y exponemos nuestros puntos, así que accedí a ver la casa que tanto quería ver aunque luego dije que no pero ahora digo que sí. Mis padres se deben estar riendo tanto en estos momentos; ellos saben por qué.


Anyways, nos fuimos por el monte hasta llegar a la urbanización. Casi había olvidado lo hermoso que era, lo tranquilo. Recuerdo la hora de la cita: 3:30 p.m. el 22 de febrero de 2020. Nos estacionamos frente a la casa y nos bajamos. Ya estaba cansadísima, pero tenía mi acupuntura así que no sentía tanto dolor. Que majestuosa la casa. Jesús y yo nos miramos y fue como decirnos con los ojos: Esta Es. Caminamos y no nos atrevíamos ni a entrar. Parecía un trofeo bendito que había que apreciarlo de lejos para rendirle respeto. Tenía todo lo que buscábamos y todo lo que soñábamos hacer ya hecho. Solo teníamos que decir que sí y mudarnos. Debo resaltar, habían cosas que quería o debía modificar pero eran costo efectivas.


Hicimos millones de preguntas y nos fuimos con la muela de atrás porque simplemente, no queríamos. Nos montamos en la guagua y no parábamos de hablar de la casa. Y no de aquellas que les mencioné que me engañaron pensando que esta no valía la pena verla. Si no de esa urbanización que hace dos años habíamos visitado. De esa casa, de la entrada, de lo que sería nuestro cuarto. Todo era hermoso. Nos sentamos a hablar de muchas cosas. Se tomó en consideración distancia, el área, el precio, el pago mensual, lo que fuera el pronto, lo que fueran los gastos de cierre, uno habla de muchas cosas, pero dentro de todo lo que uno considera, lo más que tuvo peso fue la tranquilidad que proyectaba ese lugar, la paz, la serenidad. Me vi haciendo yoga en el patio, bebiéndome un vino en el balcón y despidiendo el atardecer. Estar rodeada de naturaleza hace un bien. Me sentía tan a gusto que conectaba con tantas cosas del lugar. Estando en la casa y regresando a la Calle 4 fue cuando definitivamente entendimos que éramos muy grande para el apartamento. Así que opcionamos la casa y no podíamos esperar a cerrar el préstamo. Y ahí comenzó nuestra lenta despedida a la Calle 4 e inició nuestra aventura en el bosque.


En el bosque porque cuando comienzas el sendero de momento te topas con miles de rutas, miles de piedras, cientos de lobos, muchas brujas, casas de dulce, panecillos en el suelo, cazadores armados. Y mientras andas por el bosque, todos te atacan paulatinamente o a la vez y entonces comienzan los ocho perros de siempre a morder. Verán, en los cuentos de hadas ya sea por los Hermanos Grimm o cualquier otro autor que francamente en estos momentos no me viene nadie más a la mente, el bosque es el lugar clave donde todo puede suceder. Bueno o malo, pero es el lugar donde todo ocurre y aprendes de tu historia. Y ahí fue que entramos, sin saber. Y lo peor de todo, que a diferencia de cualquier personaje de estos cuentos, yo siempre anduve con ocho perros mordiéndome todo el día. Porque buscar una casa no es ver un catálogo, ir a verla y dar el dinero. Es muchísimo más que eso y para esta parte, damas y caballeros, yo no estaba preparada.


Llego a saber lo extenso que es el proceso de compraventa de una casa, me hubiera preparado mejor. Quizás hubiera optado por otro momento, otra estrategia, otra manera de hacerlo, organizarme con todos los documentos requeridos, hacer un plan, poner alarmas de recordatorio, prepararme mentalmente de todas las veces que me llamaron cuando pudo ser un email. Quizás una persona normal hubiera podido con esto, una persona sin fibromialgia, una persona con el tiempo, dedicación, espacio, paciencia sobre todo y fuerzas. Aparentemente la vida me vio fuerte para esto también porque aquí estoy viviendo en mi casa con mi esposo. Pero no fue sencillo para nada. Este proceso me afectó mucho. Lloré mucho por el estrés, por la ansiedad. Un momento, una decisión bonita, una meta se había convertido en el huracán María, a 155 millas por hora en un apartamento pequeño en la Calle 4 en plena Pandemia. Unos días eran esperanzados y nos hacían llegar más a la meta, pero otros no podíamos entender por qué estaba sucediendo esos escenarios tan innecesarios y durante una pandemia.


Pero cuando vino María en el 2017, todos aprendimos tanto y estábamos preparados cuando vino Dorián en el 2019. Así que, este proceso me pudo hacer sufrir mucho por el estrés, la ansiedad, los dolores, el desespero y estancamiento de la pandemia, pero nos dio algo hermoso al final. Estuvimos desde el 26 de febrero de 2020 hasta el 28 de julio de 2020 en este parto. Comprar una casa no es fácil y en plena pandemia menos. No fue hasta el 4 de mayo de 2020 que permitieron los cierres hipotecarios en el país. No fue hasta julio que inició el conteo regresivo, que dejaron de pedir estados de cuentas, papeles, información, verificación de empleo, composición familiar. Hubo de todo lo que no puedan imaginarse, ocurrió hasta 48 horas antes del cierre. Recuerdo las veces que mi madre me dijo: todo lo que importa, se lucha por eso. En el momento no lo quería ver porque solamente quería que todo terminara y poder mudarme… pero oh! que verdad más grande. Sabia es mamá. Cuando dormí la primera noche el 27 de agosto de 2020, cumpleaños de mi mejor amiga, mientras reposaba en la cama buscando el sueño a las 11:45 p.m. entendí lo que mi mamá tanto me decía. Entendí por qué tenía que ser paciente con la aventura, porque Julio era nuestra clave desde el comienzo. Entendí que todo pasó perfecto como debió ser. Aunque me preparara para esto, ocurriría igual porque estaba escrito. La casa significaba tanto, que llegar a ella tenía que ser tan grande como ella. Nosotros teníamos que ser tan fuertes como la misión. Mis dolores pudieron ser menos, pero fueron esos dolores tan intensos causados por la falta de mi acupuntura y toda esta situación que dio el último empujón para activar Myalgia PR. Así que cuando lo veo ahora, desde las escaleras de mi casa donde estoy escribiendo toda esta historia, en realidad fue perfecto y no cambiaría nada. Aunque signifique llorar menos, sufrir menos, trabajar menos, la realidad es que todo lo que me pasó, pasó por una razón… para ser feliz.

Gracias a Julio, por tanto apoyo incondicional en todas las etapas de este proceso.  Estamos sumamente agradecidos de haberte encontrado en el libro de la vida.  Esta historia va para ti.


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