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  • Writer's pictureMidangelí Haydée

Las Cajas


La Real Academia Española define una caja como un recipiente que, cubierto con una tapa suelta, sirve para guardar o transportar en él algo.  Yo no diría que algo, yo diría que transportan recuerdos, vida, nuevos comienzos.  En las cajas se guardan nuestros más preciados tesoros, nuestros recuerdos más hermosos.  Recuerdos de mucho valor, pero que no cuestan nada.  Cada artículo tiene una historia.  Y así iban nuestras cajas en la guagua: llenas de recuerdos y listas para desempacar nuestro hogar en nuestra casa.

Como dije, cuando empacas todo no pasa nada, pero cuando el apartamento pequeño se va poniendo grande como el primer día que lo viste luego del trabajo, ahí vas sintiendo lo real que es el momento.  Se sintió como un parto, sabíamos que el día llegaría, pero no cuándo, pues estábamos esperando que activaran el servicio de electricidad.  El que vive aquí en esta islita sabe cuán difícil puede serlo; solamente esperamos tres semanas para que alguien de la compañía fuera a prender un botón.  

Resulta que, por la pandemia, nadie había ido a visitarnos, mucho menos ir a ver la casa, pues no habíamos hecho el cierre.  Aún luego del cierre, solo nosotros la disfrutábamos.  Tomamos unos días por vacaciones para hacerlo.  En mi último día de las vacaciones los papás de Jesús llamaron para saber cómo estábamos y como estábamos en la casa arreglando la cocina, los invitamos a verla.  Le digo a Jesús: “Ojalá tus papás nos traigan suerte y llegue la luz”.  Llegaron, vieron la casa y les encantó todo; el papá se percata de algo y al trabajar con ello: Piiiiiiip! Prendieron los aires, la compañía había hecho el trabajo incompleto. Pero, ¡LLEGÓ LA LUZ! Primero brincamos de alegría, como buenos boricuas aplaudimos y de momento surgió uno de esos miles momentos que tenemos Jesús y yo a diario: hablarnos con los ojos.  De momento, con tan solo mirarme, sabíamos lo que significaba la llegada de la tan esperada electricidad: nos mudaríamos lo antes posible.  Súbitamente había mucho que hacer.  Sus padres se fueron, pues nos querían dar la oportunidad de prepararnos, pero no se fueron sin antes ofrecer su ayuda para la mudanza.

Regresamos a la Calle 4, comimos y nos pusimos a planificar.  Decidimos que nos mudaríamos al otro día.  Rentamos la guagua, nuestros padres llegaron y desde las 5:00 p.m. comenzamos a mover todas esas piezas grandes que por cuatro años crearon un hogar.  En solo cinco horas mudamos cuatro años de la Calle 4 al Bosque.  En menos de una noche ya estábamos en otro lugar.  Recuerdo el primer viaje que dimos llevando cosas, mi madre fue conmigo en la misma guagua que adquirí estando en la Calle 4, en la misma guagua que llevaba nuestras cajas.  Había un atardecer hermoso.  Como si el día me recordara que eran nuestras últimas horas en la Calle 4.  Y mientras veíamos el atardecer rumbo a mi nuevo hogar mi madre me hizo una historia.  Me dijo: cuando yo me mudé para casa mi mamá iba conmigo mientras yo guiaba, quién diría que ahora yo voy contigo a lo mismo.  Esto me llenó de tanta emoción, me sentí que heredaba algo y andaba con tantas cajas en la guagua y no tenía donde ponerlo.  Solo existe en mi corazón ese recuerdo y ahora por siempre en esta historia. 

Recuerdo la sonrisa que tuve al ver que ponían el sofá en nuestra casa.  Cuando ese artículo llegó, sentí que de verdad era mía y que ahí viviría por mucho tiempo.  Recuerdo lo tarde que nos acostamos esa noche guardando cosas en la nevera.  Recuerdo lo raro que fue prepararme para dormir en este cuarto.  Fue como quedarte en un hotel, vas sacando las cosas que necesitas de las maletas, te lavas los dientes, te preparas.  De momento ya no eres tan bajita para el espejo del baño.  Cuando duermes en la misma cama, pero en un cuarto diferente, te llegan muchas cosas a la mente.  Cosas no, recuerdos.  Recuerdos de la primera noche en la Calle 4, momentos lindos, momentos fuertes, momentos que valen.  Revives cuatro años en segundos.  Miras alrededor y no puedes creer que éste ahora será tu cuarto y miras al lado y tienes a la persona más maravillosa del mundo compartiéndolo contigo.  La misma persona que, como tú, siempre ha estado a tu lado no importa qué.  Con la que si tienes una diferencia al rato se están riendo.  Con la persona que sobrepasas todo por más duro que sea.  Con la persona que quieres seguir llenando esas cajas de recuerdos, de vida, de nuevos comienzos.  Cajas que cada cierto tiempo se abren, porque recordar es vivir.  Que cuando se abren se miran y reviven juntos ese hermoso recuerdo.  Cuando el corazón te va a las millas de tan solo recordarlo y sientes mariposas en el estómago, es porque ese recuerdo es demasiado especial.  Y cuando todo esto pasa por tu mente de tan solo mirar a una persona y miran lo que han logrado, la fibromialgia se vuelve nada.



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