El 6 de noviembre de 2014, luego de salir de mi clase de estadística, comencé a sentir mucho frío. Lo consulté con mi cuerpo y entendí que era por el mal clima que había ese día, así que me fui a trabajar luego de mi clase. Este día entré más temprano porque habían muchos empleados ausentes, ya sea por enfermedad o por la universidad. Solamente éramos como cinco empleados —uno de los empleados en entrenamiento— desde el medio día hasta las 9:00 de la noche.
Cada hora que pasaba, el frío incrementaba; comencé a sentir escalofríos –nunca había viajado para el norte en aquel momento, así que fue mi primera vez sintiendo este frío cortante en todo mi cuerpo. Mientras mi cuerpo se congelaba lentamente, mi espalda baja comenzó a doler —pensé que era por todas las horas de pie— cuando miro el reloj, solamente llevaba tres horas en el turno, así determiné que el dolor no era normal. El dolor comienza a esparcirse por mi espalda completa —caminar jorobada me aliviaba mucho— luego las piernas, los brazos, de la nada todo mi cuerpo siente dolor. Un dolor insoportable, un frío insoportable, un cansancio inmediato, una impaciencia increíble, una ansiedad desesperante, unas ganas de irme alucinantes, porque no podía irme, estábamos corto de personal. Así que allí estuve, con mis dos camisas de manga larga, un legging bajo mi pantalón, mis zapatos cerrados y muriéndome de pie, como los árboles de Alejandro Casona.
Cuando cerramos la tienda, llamo a mis padres y me acompañan por teléfono todo el camino hasta llegar a casa. No logré estacionar bien mi auto —a este nivel me siento sin fuerzas, temblando, gritando del dolor en todo mi cuerpo— mis padres me ayudan a bajarme, mi madre tenía la tina ya preparada con agua para bajar la fiebre. Todo parece ser los inicios de una gripe muy fuerte o un dengue, que ya lo habíamos pasado con mi hermano; todo parecía ser tantas cosas, que no se lograba identificar lo que era. El tiempo había sonado por mucho tiempo y se había acabado. El 6 de noviembre de 2014, cambió mi vida por completo.
Fui al médico y luego de varios estudios, el doctor me diagnosticó con Chikungunya. Estuve dos semanas y media postrada en una cama. No podía moverme para absolutamente nada. Honestamente, I thought I wasn't gonna make it. Pero entre el acetaminophen, los masajes con alcanfor en crema por mi madre, la compañía y cuidado de mi ahora esposo, como mi hermano me hacía reír y las oraciones de mi padre, me levantaron de lo que por ese tiempo fue mi pesadilla.
Regresé al médico para seguimiento; aún tenía demasiado dolor y no lograba trabajar bien. Sin embargo, su respuesta fue, eso te puede durar un año. Pero pasó el tiempo y no mejoraba. Pasó el tiempo y dejé de ser yo; no me podía ir de shopping, no podía dormir, me sentía cansada siempre, no podía hacer nada. Así que mi padre, buscando cómo sanarme, me consiguió una cita con una reumatóloga. Sí, más estudios médicos para escuchar entonces, el 15 de octubre del 2015 lo que cambió mi vida: Fibromialgia.