top of page
  • Writer's pictureMidangelí Haydée

Mis Dos Mundos

Esta pandemia nos ha demostrado muchísimo aprendizaje. Sobre todo, que la salud es oro y que, para viajar, uno debe cerrar los ojos, oprimir comprar y montarse en el avión porque uno no sabe cuándo será la próxima vez que uno pueda hacerlo. Por mi parte, no tenía que pasar por la pandemia para aprender estas dos moralejas de las que quiero hablar, pero me alegra que otras personas han podido aprender esto al experimentar este evento que ha cambiado nuestro modo de vivir. Pero el 15 de octubre de 2015, cuando la doctora me dijo que no podía pasar estrés porque empeoraba los dolores y contesté que trabajaba en un Call Center y me casaba en un año, había pasado por alto mi luna de miel.


Tengo dos pasiones en mi vida que para explicar el amor que siento por ellas, puedo dedicarles un ensayo o monografía a cada cual. Mis dos pasiones son Disney™ y Harry Potter (©J.K. Rowling). En aquel momento, habían pasado once años desde la primera vez que viajé y que fui a Walt Disney World®. En aquel entonces, en el 2005, no existía el Wizarding World of Harry Potter® pero sí ya había conocido su mundo y estaba enamorada de la magia. Recuerdo que solo tenía 10 años cuando vi la primera película en el cine y salí tan cautivada con su mundo, que recuerdo pensar: “en un año, llega mi carta de Hogwarts™”. Y es por esta pasión que siempre imaginé mi luna de miel en Disney™ y Universal™. Muchos me criticaron porque sonaba muy tradicional o común, pero detrás de eso había mucho más que no entenderían. Criticaron tanto que hasta consideré cambiar lo que deseaba para no verme tan “predecible”, pero mi esposo siempre enseñándome cosas nuevas para sacar lo mejor de mí: “vamos donde queramos” y no pude estar más de acuerdo.


Antes de llegar al colegio ya sabía leer, escribir y sabía inglés. Gracias a las 1,500 veces que vi Pocahontas (1995), las veces que le di play al casete de Anastasia Read Along y a los cuentos que mi padre me leía antes de ir a dormir, también de Disney™. Su voz es la más tierna del mundo. Me acostumbre tanto a dormirme con el sonido de su voz mientras en el fondo se escuchaba “Colors of the Wind” de mi caja de música de Pocahontas, que bendito, a veces me cuenta algo y se me van cerrando los ojos. Es involuntario, perdóname Papito, te amo tanto. Soy bendecida de tenerte como mi padre.


Entonces, después de leer todo esto, tienen una idea de que soy casi una Disney Geek. Esto es literal, me aprendo las canciones en dos y, a veces, hasta tres idiomas. El año, los actores, dónde fue el estreno, situaciones que tuvo la película, tras bastidores, críticas, parques, vida de Walt, todo. Simplemente me encanta todo. Así que dicho esto, ¿cómo Jesús no va a querer llevar a la freak de estos dos mundos de luna de miel a un lugar donde ella puede estar en sus mundos favoritos? Sobre todo, cuando nunca había ido al mundo mágico de Harry Potter (©J.K. Rowling). Simplemente el quería vivir ese momento conmigo y así fue.


Comenzamos a planificar todo. Ya a estas alturas me conocen, así que saben que tenía un Excel con itinerarios, distintas alternativas de horarios para viajar, entrada a los parques, reservaciones, hoteles con ese feel romántico donde nos podíamos hospedar, restaurantes, actividades, espectáculos, videos de orientación, maneras de empacar, ropa según el clima, comportamiento del clima durante el día, métodos de pago, trámites de pasaportes, dónde conocer a los personajes, atracciones nuevas, eventos especiales, atuendos, ideas de camisetas gemelas. Todo detalle tal y como planifiqué mi boda, así planifiqué la luna de miel. Estábamos bien entusiasmados. Solo faltaban dos meses y medio para el gran día y después, irme de viaje con el amor de mi vida. Pero en aquel momento cuando Jesús y yo preparábamos nuestro viaje de Luna de Miel, cuando todas las emociones empezaron a subir, contábamos los días y sólo quedaba un mes de viaje, empezó el pánico. No porque no quisiera casarme o por miedo a viajar, sino porque había entregado todas mis energías en todos estos miles de detalles y había olvidado una cosa: lo que cambió mi vida.


De momento mi fibromialgia se presentó en el escenario y no sabía qué hacer. Había olvidado por completo que nunca había viajado con fibromialgia. Estaba redescubriendo mi cuerpo porque esto había llegado a mi vida. Estaba tan loca de ver a Mickey luego de once años, de saludar a Ariel, de caminar por Diagon Alley™, de ver el castillo de Hogwarts™, de tantas cosas que quería ver y tocar de estos dos mundos, que me salí del mío. Así que hablé con Jesús porque pensé: ¿cómo voy a hacer esto con mi fibromialgia?, sabía que todos mis planes cambiarían. Otra vez esa sensación de que todo va a cambiar y por algo que no escogí. Visité mi doctora para saber cómo podría hacer ese viaje. ¿Qué hago para incluir a la fibromialgia en mi maleta? ¿Cómo hago todo lo que quiero hacer? Seamos realista Midangelí, el dolor iba a estar ahí, la fatiga iba a estar ahí, el cansancio, el frío. Cada vez que pensaba en el frío, más me aterraba.


Así que entre lágrimas me senté con Jesús y mi Excel y empezamos a quitar actividades, a tener un día entre medio de cada visita a los parques, a mirar los mapas de cada parque y conocer los puntos de descanso, a establecer, en fin, un itinerario que me permitiera disfrutar y descansar. Que me permitiera amanecerme viendo los fuegos artificiales mientras las mejores canciones y películas de mi infancia se proyectan en un castillo, pero no explotarme al otro día. Empaqué más ropa para evitar que el frío me diera más dolor. Empaqué una mochila para poder guardar no solo botellas de agua, sino tener ropa extra o espacio para guardarla por si de momento me estaba asfixiando y tenía que quitarme todos los layers que me había puesto. Y todo el plan cambió.


Recuerdo la mirada que nos dimos cuando íbamos de camino al aeropuerto. Es como si sabíamos que a pesar de este acomodo razonable la íbamos a pasar brutal. Y así fue. Llegamos al hotel y estaba tan espectacular. Nos quedamos sin aire. Hacía mucho frío, pero el hotel estaba espectacular. Desde nuestro cuarto podíamos ver a Island of Adventure®. Las camas eran las más cómodas donde había recostado mi cuerpo lleno de fibromialgia. Ya me estaba gustando el viaje porque al final del día, descansaría en esas camas y en almohadas de pluma. Las sábanas tan cálidas que sabía que no temblaría del frío y la ducha con el agua caliente más potente y hasta banquito tenía. Todo se veía perfecto.


Pero como dije, había logrado empacar a la fibromialgia conmigo. A veces no lo decía, pero aguantaba mi dolor para tener una buena experiencia. No quería arrastrar a Jesús con mi dolor y que requiriera regresar al hotel para descansar. Quería disfrutar y no privarle del disfrute en las atracciones o en caminar de un lado del parque al otro para ver el espectáculo de las 9:00 p.m. Y luego lo cobraba en el día de descanso.


El primer día de descanso fue duro, teníamos miedo de no poder continuar al próximo día. Y ahí decidí que, si quería completar este viaje y disfrutarlo con mi esposo, tenía que ser más estricta al plan y descansar en puntos estratégicos del día. ¡Y funcionó! Esto me permitía hasta ir dos días corridos al parque y luego descansar al tercero. Bajar mi orgullo y comunicar mi dolor me abría las puertas a la diversión. Trazar una ruta en el parque donde pudiera descansar luego de ir a tres atracciones me permitiría disfrutar como quería. Para este tiempo tomaba medicamentos, así que por la mañana un antiinflamatorio y por la noche el relajante como me recomendó mi doctora.


Y logré montarme ocho veces en Escape from Gringotts™, tres veces en The Mummy™, soporté la fila de dos horas para Seven Dwarfs MineTrain™, caminé todos los pabellones de Epcot™. Todo había sido diversión y mucha emoción cuando vi mis dos castillos con la persona que más amo en este mundo. Mis ojos brillaban al ver esos castillos. Aún siento en mi mano cómo se sentía esas paredes de piedra en la estación del Hogwarts Express™, cómo los cristales del mosaico en el castillo de Cinderella formaban una historia conocida. Aún veo el castillo del Príncipe Adam, la Bestia, y el momento en que no pudimos entrar porque estaba a capacidad. Recuerdo por siempre el primer momento cuando entré al mundo mágico del niño que tuvo todas las razones posibles para vengarse contra el mundo y escogió el amor, la amistad y la justicia. Ver a Pocahontas en un lado de la piedra y al otro extremo John Smith en otro tratando de alcanzarse, pero es un amor imposible. Y de momento miro hacia el lado y mi esposo le brillan los ojos por como a mi me brillan los ojos por este mundo mágico. No solo transporta a mi niñez, sino que me recuerda siempre el significado de la adversidad, el amor, la perseverancia. Todos los elementos que necesito para vivir con mi fibromialgia. Como Harry Potter (©J.K. Rowling), la vida me había dado razones para molestarme con ella, una razón para no amar a mi cuerpo, una excusa para dejar de creer en todo. Pero como en su historia, esta adversidad, el amor de mi esposo, mi familia y mis amistades, el amor propio y mi perseverancia me levantan todos los días. Aunque la pesadez, la fatiga, el cansancio me ataquen, yo busco estar de pie. No sólo como Pocahontas, porque su pueblo la necesita, sino porque yo me necesito también. No me puse la armadura para guerrear por mi padre, sino para demostrarme a mí de que sí puedo ser capaz de lograrlo. Recordé que no es tener lo que tanto deseas, sino lo que de verdad necesitas.


A lo mejor necesitaba la fibromialgia para por fin ver toda la fortaleza que hay en mí. Mi nueva amiga me demostraría que para un doctor mi fibromialgia es una enfermedad débil, vil y cruel, pero quienes la padecen tienen valentía y honor. Ella me ha hecho pasar unos días horribles, pero en estos últimos cinco años me he convertido en una persona asertiva y libre de ser y expresar lo que sienta. Sea o no dolor. He descubierto que dentro de mis dolores soy una profesional, manejo bien mis tareas, tengo tremendos compañeros de trabajo que entienden mi condición y me apoyan, amistades que ni en la lotería se consiguen, un esposo que no se lo pude haber pedido mejor a Dios, unos padres que cuando saben que me siento mal se preocupan por mí, aunque sea en la distancia. Y de momento me vi frente al espejo de Erised (©J.K. Rowling) y solo veo mi reflejo. Porque, aunque quizás pensarían que me vería mi vieja versión o sin fibromialgia, tengo todo lo que deseo en realidad.



28 views2 comments

Recent Posts

See All
Post: Blog2_Post
bottom of page